
No es fácil imaginarse lo que a continuación relataré, no es sencillo tampoco revivir tan pavorosos momentos, es simplemente necesario informarles del horror al que fui expuesto y al que fácilmente pudiera estar cualquiera que recorra 14 oriente, ese frío callejón, donde se mezcla la dureza de la criminalidad con los terroríficos relatos folclóricos de la zona.
Yo siempre me presenté como un escéptico frente a estos temas, frente a estas fantasías de la gente ingenua, Escéptico hasta que recorrí las frías veredas plomizas de 14 oriente.
Fui victima de un violento terror y me recorre un extendido escalofrio cuando recuerdo los sucesos, hoy no se si siga con las mismas facultades analíticas y comprensivas después de haber vivido lo que viví.
Todo comenzó con el frío invierno de 1993, Yo en aquel entonces trabajaba para una constructora en Ledingrand, mi trabajo consistía en chequear el terreno en el que se trabajaría y en el caso de tener que demoler alguna antigua construcción debía asegurarme de que nadie habitara el lugar y después clausurarlo para su posterior demolición.
Ese año la constructora había echo muchos buenos negocios en Ledingrand, muchos de ellos eran para Luís Graduá, un pequeño millonario que comenzó desde abajo y que ahora se dedicaba a vender departamentos.
Yo personalmente había revisado cada terreno para la construcción de los edificios, pero no fue sino hasta el 13 de junio cuando me encargaron revisar una vieja casona en 14 oriente en lidergrand. Hay fue cuando comenzaron las extrañezas, mis compañeros me recomendaban que no fuera solo, que le pidiera a José el encargado de transportar material que me acompañara, por el peligro que significaba caminar por esas calles llenas de delincuentes, y además por los mitos que rondaban en 14 oriente.
Anteriormente había oído muchos relatos, muchas historias de violaciones, asaltos, tráfico de droga, prostitución, etc. Pero mis compañeros me contaron una historia, una leyenda proveniente de tiempos pasados, de la vieja colonia, la leyenda de Mocholcó, el demonio de los criminales. Es acostumbrado en esa zona rendirle culto a la santa muerte, la santa protectora de los ladrones, muchas historias de desapariciones de personas se le atribuyen a Mocholcó, Todos en la zona creen en estos santos y demonios y todos los criminales caminan con cuidado por las noches en 14 oriente. Me comentaron también que antiguamente en esa casa habitaba una de las familias de delincuentes más brutales de los últimos tiempos, la familia Correa. Esta familia causo terror durante años en Ledingrand pero un día desaparecieron misteriosamente, solo quedo con vida Javier Correa que fue encontrado al lado del cadáver mutilado de su hermano Carlos. Javier quedo con severos daños emocionales por lo que fue internado en Resdua.
Le pregunte a José si me podía acompañar o en última instancia prestarme su vehículo ya que yo no tenía y tomando en cuenta los consejos de mis colegas prefería no caminar por aquella zona, pero me respondió que no podía ni acompañarme ni prestarme el vehículo, porque tenía que ir a buscar un material a la empresa donde Maximiliano nuestro jefe y luego acompañarlo a una importante reunión donde Graduá.
Nadie más me podía prestar un vehículo y mucho menos me querían acompañar caminando, por lo que el 15 de junio tuve que caminar hasta el paradero 5 en avenida Aguilar y tomar la locomoción colectiva que me dejo a unos pasos de 14 oriente, después no había más locomoción hacia el interior.
Comencé a caminar, todo parecía normal no había nada extraño, ya eran las seis de la tarde de aquel día de invierno, por lo que estaba comenzando a oscurecer y fue cuando comencé a temer ser asaltado antes de llegar a la vieja casona o a la vuelta cuando ya estuviera oscuro.
A medida que avanzaba la noche y me introducía más al callejón el entorno parecía ir degenerándose. Recuerdo que de pronto comenzó a correr un fuerte viento, empezó una helada que enfriaba hasta los huesos y conforme se oscurecía las luces de los postes eléctricos se encendían y dejaban ver una luz poco nítida y parpadeante que poco alumbraba, de apoco se silenciaba el lugar, lográndose escuchar el chirriante sonido de la electricidad recorrer los cables de alta tención y los desesperados ladridos de los perros estresados por el encierro. Yo iba muy bien abrigado pero aun así sentía gran frío sobretodo en el rostro y las manos, lo único que deseaba era salir rápido de aquel lugar pues algo me decía que debía dejar de caminar o algo malo ocurriría, comenzaba a temer por mi vida, en caso de que me ocurriera algo no tenia a donde escapar ni a quien recurrir pues estaba todo oscuro y desolado.
Por supuesto en esos momentos ni siquiera tomaba en cuenta lo de la leyenda pues no pensaba fuera verdadera, lo único que temía era ser victima de los delincuentes en aquella oscuridad y ser presa de su salvajismo.
A cada paso más tétrico se ponía el ambiente en una cuadra logre divisar tres animitas echas casi artesanalmente, también me percate de un agua verdosa proveniente del alcantarillado al borde de las cunetas a la ves que salía un extraño vapor que parecía atraer a las ratas por que se veían pasar de aquí para aya de ves en cuando.
Finalmente llegue a la casona, tenia un alto enrejado metálico, que ya estaba comenzando a oxidarse, ésta tenia un gran candado amarrado con una cadena. Yo tenía la llave de todas las puertas y rejas, así que la abrí e ingrese a la terraza que tenía un largo pasto seco y espinosos arbustos sin hojas, observe la casa desde allí, tenia dos ventanas delgadas a cada lado de la puerta, tres ventanas de habitaciones dos abajo a cada lado y una arriba en el segundo piso.
Era completamente de madera, en algunos rincones inferiores se formaban hongos por la humedad y la pintura café con la que habían pintado la casa estaba completamente descascarada, la ventana de la habitación izquierda estaba rota y la puerta principal presentaba forcejeos en la cerradura muy probablemente de los ladrones que querían robar lo que quedara de valor en el interior.
Mi intención era perder el menor tiempo posible así que probé la llave en la puerta principal, pero ésta ya estaba abierta, me extraño pero aun así ingrese para hacer rápidamente mi trabajo y marcharme, trate de probar los interruptores para prender la luz pero era obvio que no habían pagado la cuenta en años, la casa estaba bien construida, fuertes vigas de roble, y perfecto diseño. Constaba con dos adecuadas instalaciones sanitarias y una correcta instalación eléctrica por lo que pude apreciar en la oscuridad tomando en cuenta que nunca se incendió y que fue construida en la época en la que fue construida, hermoso diseño interior o lo que quedaba de el y las escaleras aun resistían al paso de los años.
Tome las medidas del polvoriento primer piso partiendo por la habitación izquierda a la que prácticamente no le quedaba techo y estaba completamente enmohecida por la humedad que se almacenaba del rocío matutino y las lluvias, esta era la única habitación que parecía haber sufrido alguna intervención fuera de su diseño original pues presentaba tres paredes de hormigón, luego tome las medidas del estar, éste constaba de cuatro paredes una de ellas contenía la puerta principal, las otras tres no presentaban anomalías todo estaba en orden , el techo estaba algo desquebrajado pero aun resistía, en la pared del fondo reposaba lo que fuera un hermoso reloj de péndulo, solo quedaba el mueble por que el interior mecánico lo extrajeron, después la habitación derecha, completamente polvorienta y sin mayores alteraciones permanecía en perfecto estado dentro de lo perfecto que se puede estar después de casi ciento cincuenta años.
Mientras estaba en eso, escuche un extraño ruido del interior de la casa ahí en el subsuelo,
Sumado al crujir de la madera daba la impresión de que la casa estuviera respirando, aunque traté de usar la racionalidad y pretender que el sonido del suelo fueran las cañerías, se me era imposible creer que fuera eso ya que por ahí tampoco corría agua, era una casa totalmente abandonada y sin ningún servicio en uso. Solamente me tranquilizo la idea de que fueran ratas, hasta el momento en que oí un grito despavorido en el segundo piso y un algo rodando por las escaleras, fui a revisar las escaleras y no había nada, mi incredulidad se estaba poniendo a prueba. Grite – ¿hola hay alguien ahí? pero nadie me respondió y el crujir de la madera se hizo mas fuerte al igual que el sonido proveniente del subsuelo esto ya me daba miedo realmente, todos mis sentidos se agudizaban lo que me producía mas terror pero lo peor estaba por suceder, sentí que alguien me jalaba del pantalón, mire despavorido y no había nada, de pronto oigo la voz de un hombre agónico que me dice con voz quebradiza – debes salir de aquí. Las palabras no bastan para expresar lo que sentí, mi cuerpo se paralizo, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza a momentos creí me desmayaría pero el terror me lo impidió, trate de moverme hacia la puerta, pero ésta se hallaba cerrada y no tenía manilla por dentro, el viento afuera corría increíblemente fuerte, comencé a sudar por la impresión, no podía creer lo que estaba ocurriendo, intente abrir la puerta como fuera pero estaba cerrada como por alguna fuerza externa, el miedo me corroía, cuando siento que alguien me toca el hombro, y me empuja en dirección a la escalera, nuevamente la voz me habla – ¡sube!, ¡sálvalo!, después de esto las puertas comenzaron a golpearse, y afuera se escuchaba la voz de dos hombres que pretendían entrar a robar a la casa, me hallaba entre la espada y la pared, mi desesperación no aguanto más cuando oí, cualquier cosa que se mueva le disparas, tenia que subir no tenía más opción, los hombres ya estaban forcejeando la puerta. Subí lo más rápido que pude, no veía nada, no podía tropezar, mientras subía un pernicioso olor se desplegaba desde el segundo piso, llegue al pasillo a mi derecha se encontraba una puerta y otra a mi izquierda, la pestilencia era espantosa, una luz se encendió, esto me asusto increíblemente era imposible para mi que una luz se prendiera ahí, los hombres entraron registraron un poco el lugar y para mi mala suerte uno de ellos se percato de la luz prendida. Comenzaron a subir, estaba apunto de estallar en llanto, no podía creerlo, de pronto se abre la puerta de mi derecha y siento nuevamente que alguien me empuja hacia ella. Ingrese a la habitación y vi lo que nunca quise haber visto en mi vida, una repulsiva criatura deforme completamente, no aguante más lance un grito de terror y estalle en llanto, la criatura tenia una asquerosa boca dentada y desencajada, parecida a la de una boa, su cuerpo era baboso y verde oscuro, el repulsivo ser se estaba tragando un cadáver, la locura se apodero de mi, los ladrones al oír mi grito comenzaron a disparar y una bala me atravesó un hombro, caí desplomado y al poco tiempo sumado a la impresión y el malsano olor perdí la conciencia.
Al día siguiente desperté con vida en aquella maldita habitación, extrañamente no me desangre y la herida había cicatrizado, desperté algo aturdido naturalmente, no savia bien como había llegado hasta ahí, pero al recordar lo que sucedió en la noche, me carcomió el miedo, no quería darme vuelta a ver lo que a mis espaldas se hallaba, pero para poder salir de ahí era necesario hacerlo, maldita sea ojala nunca hubiera ido a ese maldito lugar, lo que vieron mis ojos fue espeluznante, realmente aterrador, frente a mi estaban los cadáveres de los dos hombres que la noche anterior ingresaron a la casa. Estaban en un estado de descomposición increíble, la mitad de sus cuerpos estaban masticados, baboseados y mutilados. La expresión de sus rostros era lo único reconocible y eran de un terror penetrante yo ya no podía seguir viendo eso, trate de salir de ahí como me fue posible, pero vi algo en el suelo que me llamo la atención, una estela pegajosa en el suelo que se dirigía a la habitación de enfrente, fue cuando recordé a aquella asquerosa criatura y fue cuando el miedo me llevo a salir de ahí cuanto antes.
Después de aquel día nunca más pude recuperarme, quede con un profundo golpe emocional y mental, hoy desde el sanatorio, desde mi habitación, observo los días a través de la ventana esperando que oscurezca para que algún día esa asquerosa criatura venga a buscarme a la habitación que algún día fue la habitación del único criminal sobreviviente a sus tormentos, la habitación catorce del sanatorio mental de Resdua, ledingrand donde vivió sus ultimos años de vida Javier Correa y donde espero morir pronto para terminar con esta pesadilla.
1 comentarios:
me gusta que se difunda este relato en particular, por ke lo escribi yo XD... pero lo importante eske se lea,,, gracias.. chaooo
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